sábado, 12 de marzo de 2011

SONRISA

Viernes tarde de carnaval. Después de una ajetreada semana y aún el cansancio, he quedado para hacer un café  en el centro. Espero al autobús, mientras mi cerebro va dando vueltas a miles de cosas y repasando ya , la agenda de la próxima semana.  Llega el bus, distraída me subo y me encuentro al conductor con una larga peluca roja y una nariz de payaso. Se me escapa una sonrisa. 

Allí sentada en el bus camino al centro, me doy cuenta que en cada parada al subir los pasajeros, sonríen al ver al conductor. Todos cambian su actitud , se relajan. Esas caras grises por un instante se iluminan,  por un instante dejan de  sentirse engullidos por el  ritmo frenetico de la ciudad. Son sonrisas francas, puras, instintivas , esa clase de sonrisa que puede cambiarte el día.  La felicidad instantanea.

Con otro humor llego al centro y con esa alegría inesperada me reúno con mis amigos para pasar la tarde. El cansancio parece haberse esfumado.

viernes, 4 de marzo de 2011

INDIFERENCIA



19.30h Salgo del despacho. Sigue lloviendo y hace frío.  Después de una breve espera viene el autobús. Subo. Va a reventar. Los días de lluvia siempre pasa igual. Casi no se puede respirar y las ventanas están empañadas, cosa que no ayuda. Intento desesperadamente no agitarme, no pensar que estoy allí embutida, y que no me entre el pánico claustrofóbico.  Son pocas paradas me voy diciendo, aunque hoy parece que el bus no avance, hay muchísimo tráfico. La lluvia lo colapsa todo.  Por fin consigo un asiento milagroso. Al llegar a una de las paradas una mujer exclama: Me han robado la cartera!!! Me han abierto el bolso y me han robado la cartera!!!
Ha sido ese chico exclama otro pasajero!
No abra las puertas!! -  gritan unos cuantos.
Pero es tarde las puertas se abren y un chico aparentemente tranquilo se aleja del autobús con calma. Nadie hace nada. Todos miramos atónitos. Comprobamos que tenemos nuestros monederos. Y coincidimos con signos de rechazo lo mal que esta el mundo. Algunos comentan sobre el chico: ha hecho un gesto sospechoso y andaba nervioso por salir. Pero nadie ha hecho nada. Y el autobús arranca de nuevo.
El bus va  abarrotado de gente, con una decena de hombres por lo menos, y no  se ha hecho nada. Siento una inmensa vergüenza.
¿Qué puedo hacer yo siendo chica ante un hombre? Y encima hoy llevo tacones, intento disculparme patéticamente a mí misma.  Pero la vergüenza no puede ocultarse.
Siguen los comentarios y los gestos de desaprobación. La indignación se apodera de mí.  Éramos muchos, y el chico ha salido tranquilo, se le podría haber acorralado y llamar a la policía. Pero nadie ha hecho nada. Un día  moriremos de indiferencia .