Ayer me dijeron que estaba distinta, para bien matizaron, que había cambiado sin saber explicar cómo.
Y es que al pasar los años y sin darnos cuenta poco a poco vamos creciendo. Y no es que la ropa se nos quede pequeña, o consigamos robar unos centímetros, no, es el alma, nuestro espíritu y conciencia lo que crece. Crecemos como personas que evolucionan , que aprenden, que maduran.
Y es que llega un punto que te das cuenta que hay batallas que no valen la pena, y la ira hacía el mundo desaparece, y aprendes que por mucho que corras las obligaciones siempre te alcanzan, y que la vida se vive enfrentándote a ella, mejor con alegría , racionalidad y paciencia, que intentando huir constantemente.
Y aunque el trabajo te absorba y llegues tarde y cansada te sientes realizada y por tanto feliz, y discutir cada vez te parece un ejercicio más inútil, y los detalles por pequeños que sean son los que valoras como grandes tesoros. Y que una sonrisa, un beso o una mirada son suficientes para cambiar tu dia. Y la responsabilidad ahora es un bien. Y tus valores y prioridades son mas claros. Y sabes que solo tras el esfuerzo hay satisfacción.
Y es que a estas alturas ya nos conocemos bien, como para seguir jugando al gato y al ratón con uno mismo.