Como siempre corriendo, con la
lengua fuera, intentando ponerme la toga
mientras cruzo el eterno pasillo esquivando al resto de personas como si de
una carrera de obstáculos se tratara. Obviamente tenía que ser la última sala. Murphy
siempre dispone a su manera. Saludo brevemente al cliente,
entrego el carnet, y entro en la sala mientras
intento componerme y respirar.
Y allí sentada esta la fiscal,
una niña disfrazada de mayor, embutida en un traje y escondida tras unas
enormes gafas de pasta. No puedo evitar sorprenderme. Intento calcular que edad
debe tener. Me digo a mi misma que si se
halla aquí ha tenido que pasar por el
proceso ineludible de los años de carrera más los años de rigor de las
correspondientes oposiciones. Este pensamiento todavía me descoloca más. Se la
ve tan joven.
Sin aviso previo te acabas de dar
cuenta que ya no eres una veinteañera, una niña jugando a ser mayor, sino que
irremediablemente estas a punto de
saltar la frontera de los treinta. Una
mujer adulta con todas las de la ley. Sin que nadie ya dude de tus capacidades,
de tu profesionalidad. Ya no hay sermones paternales de los jueces, ni
compañeros con ataques de condescendencia.
El traje ya no parece un disfraz
y la bata negra ya no parece un chiste. Y es que pasan los años tan deprisa que
sin darte cuenta poco a poco dejan de sorprenderse cuando te ven llegar, esa
pregunta que durante años ha pesado como una losa.- ah! ¿Pero usted es la
abogada?.- parece haberse difuminado.Y así acabas frente a una cría que resulta ser la fiscal.
Todavía perdida en mis pensamientos, aparece
un niño trajeado, con sonrisa profiden y agresividad máxima que parece ser es
el abogado contrario. Le saludo atónita, observándole, no hay lugar a dudas es
un capullo boy. Un yogurin con aires de grandeza. Un
pececillo con complejo de tiburón. Tiene prisa por comerse el mundo. Es un crío
recién salido del horno de la universidad. Dudo unos instantes, finalmente
comprendo que aunque aquello parezca un patio de recreo infantil es una sala de
vistas, me siento, saco el expediente, el bolígrafo, acerco el micro y empiezo con
este circo.
Con la venia.