jueves, 20 de noviembre de 2014

Vértigo



La vida desde hace un tiempo va demasiado rápido.  Esa vieja locomotora que me exasperaba ahora es de alta velocidad, supersónica, incluso. Ayer es el año pasado, mañana ya es hoy. Así, sin darte cuenta, pestañeas y ha pasado un mes, si cierras los ojos un momento te ha volado el año. Tanta velocidad  asusta, esa sensación de vértigo que marea. ¿Dónde está  el botón de emergencia para poder parar un momento? Un pause, para coger aliento. 

Sensaciones contradictorias, como si se escapara el tiempo, la vida, los momentos entre los dedos. Una corriente de aire que te envuelve y te despeina sin tener tiempo a reaccionar. Y luego la calma, con tu abrigo desajustado y el pelo revuelto, con el único indicio de las hojas escampadas en mitad de la nada. 

Parece que la monotonía lo invade todo y sin embargo si  repasas los hechos, si miras el álbum reciente  de los recuerdos, recopilas mil anécdotas y mil sonrisas. Y te sientes feliz. Pero inexplicablemente, a su vez, parece todo tan lejano, como un sueño que no aciertas a recordar bien. ¿Realmente es mi vida o sólo soy espectador de ella? 

Ya no hay tiempo para la incertidumbre. No hay tiempo para pensar. Sólo  mirar  el paisaje difuminado a través de la ventana de este tren que no sabes a dónde va.