Por
fin han regresado. Por fin los tengo conmigo de vuelta a casa. Miro satisfecha
la librería hasta hace poco vacía. Mis
queridos libros me siento feliz de
reencontraros. Los
he sacado con mimo de sus cajas donde han estado presos, oscuros y solitarios
demasiado tiempo. Con delicadeza les quito el polvo acumulado. Es tan
reconfortable el roce de sus tapas, sus hojas amarillentas. Algunos hace tanto
que me acompañan...
Decido
su estante con tiento. Hay que cuidar los detalles, no es acertado poner al romántico
Bécquer con el sarcástico Wilde. Éste congenia más con Unamuno. Delibes se
sociabiliza bastante, y la siempre perspicaz Agatha desconcierta a Doyle. Los
Bestsellers van a parte son demasiado ruidosos y predecibles, perturbarían a
Manrique o Machado. No, éstos van
aparte, un estante para ellos y sus
griteríos, batallas, pesquisas y amores .
Platero
y el Principito enseguida hacen amistad.
Pondremos también a Marcelino. Cuantas veces he leído sus historias, y siempre
consiguen encogerme el corazón. Su
dulzura e ingenuidad desbordan el alma.
Y
viéndolos no puedo evitar preguntarme
cómo alguien puede sustituirlos por una fría pantalla. Un cacharro sin vida ni
calidez, que no vislumbra ni un ápice de la historia que aguarda. No podría.
Cada
uno de ellos tiene su historia, no sólo la que cuentan sus paginas sino la que
hemos vivido juntos. Las emociones que despiertan, los susurros de sus tapas
roídas, la tinta desgatadas de las anotaciones hechas...
Recuerdo
cundo mi padre me regalo , a los seis años, ese libro desconcertante por no tener
dibujos. Lo temí durante años para descubridlo, ya de mayor, y amarlo como a
ninguno. O esos flechazos instantáneos,
amores descubiertos en alguna librería. Esas risas apagadas de las
ocurrencias en Macondo. Esos, en definitiva, momentos de intimidad
únicos que sólo un libro puede darte.
Que
puede esperarse de una pantalla que almacena decenas de historias pero que no
ama a ninguna. Leer i olvidar. Un desahogo fugaz y pasajero, sin amor. Frío,
como es la pantalla que lo proyecta.
Quizás para los bestseller serviría. Pero para las historias que marcan
, las de verdad, no podría, necesito el
tacto, el cariño de unas paginas ya conocidas. Esas tapas e ilustraciones
familiares. Una relación duradera, un amor que es amistad, compañía y consuelo.
Un Libro.