martes, 2 de octubre de 2012

Pingüinos



Aquí desde las alturas los veo pasar. El gran ventanal de mi despacho es el único escaparate que me conecta con el exterior durante horas.  Un pedacito del mundo. La Diagonal con su tráfico, los edificios de oficinas, la gente siempre con prisas, el árbol justo de enfrente, alto y delgado, danzarín cuando sopla  viento. Y por supuesto, los que más llaman mi atención, los pingüinos. Con sus trajes oscuros, sus camisas claras y sus corbatas de colores.

Los hay gráciles, y los hay toscos. Los serios y elegantes.  Los que siempre llevan prisa. Los que parecen sin rumbo... A veces van solitarios, otras como  al mediodía  se concentran en grupos, recorriendo la Diagonal, en busca de comida.

Me divierte verlos desde mi ventana. A esta altura no se distingue más que sus inconfundibles colores  y su peculiar andar.  Desde aquí solo veo  una ciudad llena de  pingüinos.

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