viernes, 11 de enero de 2013

Sintaxi




Muy valiente he sido yo al decirle a mi hermano que no se preocupara, que en  los deberes ya le ayudaba yo. Si es que a veces a los “mayores” la soberbia nos puede.

Y así he acabo delante de una frase de Carmen Laforet. Una frase de  su novela Nada. Una frase aparentemente inocente.  La novela la he leído varias veces y me encanta. Ya podrían a verle mandado al “niño” un comentario de texto, un resumen, una crítica literaria! Pero no, tenía que ser un análisis sintáctico.  Y aquello de sujeto, verbo, predicado queda obsoleto, con ello no tengo ni  pa pipas.  

Leo y releo la dichosa frase,  mientras noto clavada sobre mí, expectante, la mirada primero de esperanza y después de condescendencia de mi hermano.  Al final, levantando la vista, segura de mi misma y triunfal le digo: A ver, ¿tú cómo empezarías?, no querrás que te haga yo los deberes. Estoy para ayudar no para dártelo masticado! 

Y ahí es cuando decididamente he perdido toda credibilidad ante mi hermano adolescente de diecisiete años. Ya no volverá a verme igual, lo sé.   Ahora ya no es el niño “tonto” que necesita ayuda, ahora su hermana pide auxilio ahogándose entre vanos intentos de recordar esas soporíficas clases de lengua castellana en el colegio. Ésas en las que parecía más clase de chino que otra cosa. Nunca entendí nada y solo albergue la esperanza de no cruzarme nunca más con ella. Al fin y al cabo ¿Qué utilidad podría tener aquellas rebuscadas bandejas señalando complementos y atributos que parecían jeroglíficos? 

Creía a ver huido, estar a salvo. Pero… Ah! Maldita sintaxis.  Al final me ha encontrado, desprevenida y desarmada,  una vez más me ha vencido sin ni siquiera haber podido oponer resistencia.  Y es que de todo aquello que durante tantos años estudiamos en el colegio, sinceramente, y ahora que no me leen los niños, para que sirven aparte de hacer crucigramas. 

Claro está, nos aportan cultura general. Eso puede servir para la historia, la filosofía, la literatura, el arte, geografía política si me apuras. Pero a ver, en que rebuscado crucigrama, programa de entretenimiento, trivial o conversación intelectual nos puede surgir necesidad de saber sobre complementos del atributo, si la tangente pasa o no pasa por el vector,  la velocidad en que te has caído y pegado el tortazo de tu vida, o  la composición de un átomo. Por no decir que quién en su sano juicio utiliza en la misma frase más de un pronom feble, que una vez transformadas las frases y reducidas a los pronoms  parecía que estabas en clase de suajili en vez de catalán. 

En fin, que parece que  tendré que repasarme  todas aquellas majaderías  que esquive como pude en el colegio y que creí no necesitar en la vida, si quiero ayudar a mi hermano y sobretodo dejarle una imagen digna de mí.

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