viernes, 18 de noviembre de 2011

Desconcierto

Miro a los niños  y me desconcierto. Andan perdidos y errados. Todo vale, todo lo prueban, pero no saben nada y sufren. No me extraña!

Ellos, la mayoría buenazos que van de gallitos y   se meten  en líos  que pueden acabar corrompiéndoles y trastornando su vida. Ellas,  divas,  pedantes,   descaradas,  que se creen duras.

Que  tendrá que  ver la igualdad, la  independencia, la libertad sexual con  la feminidad y la caballerosidad. Parece que  hoy es incompatible. Miro al mundo, a los niños que suben, y me desconcierto.

Viven errantes, ignorantes de todo. Lo viven todo sin pensar.¿ Que les  estamos haciendo a nuestros niños que  les robamos la infancia?, y lo más preciado, la inocencia. Como podemos decir que  con diez  años son preadolescentes. Y   encontrar normal actitudes de veinte, en niños de quince. ¿Por qué hablamos de jovenés cuando son niños, y de niños cuando son jovenés?


Hay que enseñarles a sufrir para que sepan enfrentarse al dolor. Hay que enseñarles que sin esfuerzo no hay logros, ni recompensas. Hay que enseñarles que el sacrificio es mejor que la autocomplacencia. Hay  que enseñarles a vivir, y sacarlos de esa burbuja artificial que les hemos creado, que los ahoga y los condena a convertirlos en personas egoístas, inútiles y  presas  de sus emociones divergentes .

Paraguas

Hoy llueve a cantaros. Es de esos días grises y desapacibles, en el que darías lo que fuera para quedarte en casa. En cambio me encuentro en el autobús camino del despacho como cualquier otro día.

Al menos he podido sentarme, y después de limpiar un trozo de la ventana empañada , me  evado mirando a través de ella, las calles mojadas.

Veo caer la cortina de agua, y como rebotan las gotas en el suelo como si estuvieran saltando. Para ellas seguro es una fiesta.

La gente va de aquí para allá como puede, con zancadas rápidas en un intento vano de mojarse menos.

La ciudad se inunda de paraguas. Los hay grandes y pequeños.  Hay paraguas abuela, y paraguas escolares. Paraguas horteras, y paraguas ejecutivos. Paraguas transparentes y paraguas de colores.

Veo un hombre con paraguas de mujer, es vistoso, grande y extrañamente bello. También veo  mujeres con un paraguas de hombre, y una abuela con un paraguas de uniforme.

La mayoría de paraguas son útiles, pero no bonitos. Por suerte veo algunos elegidos con mimo y esmero, intentando destacar o amoldarse a su dueño. Hay paraguas por doquier de mil formas y maneras.  

Llegó a mi parada, y de vuelta a la realidad, me doy cuenta que al llover se crea un circo en que los paraguas bailan y las gotas saltan marcando el ritmo