viernes, 18 de noviembre de 2011

Paraguas

Hoy llueve a cantaros. Es de esos días grises y desapacibles, en el que darías lo que fuera para quedarte en casa. En cambio me encuentro en el autobús camino del despacho como cualquier otro día.

Al menos he podido sentarme, y después de limpiar un trozo de la ventana empañada , me  evado mirando a través de ella, las calles mojadas.

Veo caer la cortina de agua, y como rebotan las gotas en el suelo como si estuvieran saltando. Para ellas seguro es una fiesta.

La gente va de aquí para allá como puede, con zancadas rápidas en un intento vano de mojarse menos.

La ciudad se inunda de paraguas. Los hay grandes y pequeños.  Hay paraguas abuela, y paraguas escolares. Paraguas horteras, y paraguas ejecutivos. Paraguas transparentes y paraguas de colores.

Veo un hombre con paraguas de mujer, es vistoso, grande y extrañamente bello. También veo  mujeres con un paraguas de hombre, y una abuela con un paraguas de uniforme.

La mayoría de paraguas son útiles, pero no bonitos. Por suerte veo algunos elegidos con mimo y esmero, intentando destacar o amoldarse a su dueño. Hay paraguas por doquier de mil formas y maneras.  

Llegó a mi parada, y de vuelta a la realidad, me doy cuenta que al llover se crea un circo en que los paraguas bailan y las gotas saltan marcando el ritmo

No hay comentarios:

Publicar un comentario