lunes, 13 de abril de 2015



  Cuando ya no esté...
  Cuando mis susurros no curen tu piel...
 
    

viernes, 10 de abril de 2015

Cuentos perdidos: El Firmamento II.



Por alguna razón que no recuerdo de este ejercicio tengo dos historias. Supongo que mantuvieron el mismo ejercicio varios años y enganchó también alguno de mis hermanos o quizás simplemente baraje opciones... sea como fuere, ahí va el segundo.

- ¿Comprende usted el significado que tiene el firmamento?
- Sí, creo que lo comprendo. Pero sepa usted que fui yo quien lo hizo-dijo llorando


- ¿Que quieres decir? ¿Por qué lloras George?
- Yo…- ¿cómo explicarle que había sido todo un ardid para poder estar con ella, cómo decirle que no era benevolencia sino egoísmo lo que me empujaba, como decirle que todo lo que había hecho para que la aceptaran en el observatorio, enseñarle las estrellas y enseñarle amarlas, lo había hecho para que me amará a mí? No, no podía decírselo, ahora ya era tarde…
- Tampoco te pongas así hombre, representa que es una buena noticia!-dijo riendo. Que me case no significa que no sigamos siendo amigos, pasaré menos tiempo en el observatorio pero seguiremos viéndonos.
- Tienes razón, lo siento, es que no me lo esperaba... y el mes que viene hay la inauguración, ya sabes que no se me da bien tratar con la gente.
- No te preocupes George, nada cambia, ese día vendré como estaba previsto.

Sonreí con tristeza. Ella estaba tan ilusionada, resplandecía todo su cuerpo y su mirada chispeaba.

-Me alegro muchísimo por ti Clara, el Sr. Jones es un buen hombre. ¡Venga vámonos, no demos escusas a las habladurías! - dije mirándola con picardía y dirigiéndome a la salida.

- Oh, Sr. Thompson que malvado es Usted!- dijo riéndose y tomándome el brazo.

Cómo podía perderla de esa manera, no, no podía, tendría que buscar la manera de recuperarla…

Cuentos perdidos: El Firmamento I.


Intentando encontrar un documento en la selva de archivos de mi ordenador,  me he topado, por casualidad, con una carpeta denominada varios, descubriendo en ella un sin fin de escritos de toda clase, la mayoría bastante antiguos.   Son los deberes de literatura  míos o de mis hermanos  (solían pedirme “ayuda” para las redacciones). En esa maraña de escritos, la mayoría a ojos de hoy incomprensibles de aceptar, he encontrado algunos cuentos e historietas que me ha hecho ilusión recuperar pues creía que se habían perdido. Y no es que su nivel me parezca mejor que los otros, pero en su día supusieron un pequeño reto, de esos que mi cabezonería no perdona. Al releer esos escritos, una sensación melancólica de recuerdos y alegría me ha inundado, y por ello he decidido sacarles el polvo y compartirlos.
Sed benevolentes, no dejan de ser escritos de una adolescente.
Aquí va el primero. El ejercicio consistía en desarrollar una historia a partir de las dos primeras frases que se daban.
-¿Comprende usted el significado que tiene el firmamento?
- Sí, creo que lo comprendo. Pero sepa usted que fui yo quien lo hizo -dijo llorando
- ¿Y la solución es destruirlo Señor?- dije con voz dubitativa .
- El firmamento tenía que arropar al hombre, darle algo en que pensar, en que temer…  pero ahora sólo lo estudian, investigan, descubren  cada día más cosas sobre su composición , origen y transformación, pero se olvidan de sí mismos, ya no temen nada y se olvidan de mí - dijo con pesar.
- Señor… piénselo mejor. Esa obra tan bella no puede eliminarse, seguro que existe otra alternativa.
- NO!- dijo contundente- sólo la oscuridad encaminará de nuevo al hombre, sólo arrebatando aquello que más les fascina, tomarán consciencia de lo insignificantes que son - y se  dirigió hacia la sala de reestructuración.
-  ¿Cómo puede abandonarlos? Un castigo así no lo entenderán. El fin del mundo no es necesario. ¿Acaso su amor ha menguado? ¿Su misericordia ha perdido fuerza? Les abandona cómo ellos le abandonan  a usted. - dije con furia
Quedó perplejo - por un instante creí que su ira caería sobre mí y retrocedí- pero su semblante se suavizo, sonrío con malicia y dijo:
- Tienes razón, hay que predicar con el ejemplo. Al fin y al cabo qué clase de Dios sería! Por esta vez lo dejaré pasar, pero te hago responsable de que por lo menos de vez en cuando, al admirar mi obra, se acuerden de mí.
Respire con satisfacción, aún su avanzada  edad mantenía su irascible carácter pero después de tantos años a su servicio parecía que empezaba a saber manejarle. Bien, ahora el problema era mío, a ver  que se me ocurría para estos ingratos mortales… ¿un eclipse, una lluvia de estrellas, redirigir un cometa? mmm… algo se me ocurriría para conmover la conciencia de esos escepticos corazones.