viernes, 10 de abril de 2015

Cuentos perdidos: El Firmamento I.


Intentando encontrar un documento en la selva de archivos de mi ordenador,  me he topado, por casualidad, con una carpeta denominada varios, descubriendo en ella un sin fin de escritos de toda clase, la mayoría bastante antiguos.   Son los deberes de literatura  míos o de mis hermanos  (solían pedirme “ayuda” para las redacciones). En esa maraña de escritos, la mayoría a ojos de hoy incomprensibles de aceptar, he encontrado algunos cuentos e historietas que me ha hecho ilusión recuperar pues creía que se habían perdido. Y no es que su nivel me parezca mejor que los otros, pero en su día supusieron un pequeño reto, de esos que mi cabezonería no perdona. Al releer esos escritos, una sensación melancólica de recuerdos y alegría me ha inundado, y por ello he decidido sacarles el polvo y compartirlos.
Sed benevolentes, no dejan de ser escritos de una adolescente.
Aquí va el primero. El ejercicio consistía en desarrollar una historia a partir de las dos primeras frases que se daban.
-¿Comprende usted el significado que tiene el firmamento?
- Sí, creo que lo comprendo. Pero sepa usted que fui yo quien lo hizo -dijo llorando
- ¿Y la solución es destruirlo Señor?- dije con voz dubitativa .
- El firmamento tenía que arropar al hombre, darle algo en que pensar, en que temer…  pero ahora sólo lo estudian, investigan, descubren  cada día más cosas sobre su composición , origen y transformación, pero se olvidan de sí mismos, ya no temen nada y se olvidan de mí - dijo con pesar.
- Señor… piénselo mejor. Esa obra tan bella no puede eliminarse, seguro que existe otra alternativa.
- NO!- dijo contundente- sólo la oscuridad encaminará de nuevo al hombre, sólo arrebatando aquello que más les fascina, tomarán consciencia de lo insignificantes que son - y se  dirigió hacia la sala de reestructuración.
-  ¿Cómo puede abandonarlos? Un castigo así no lo entenderán. El fin del mundo no es necesario. ¿Acaso su amor ha menguado? ¿Su misericordia ha perdido fuerza? Les abandona cómo ellos le abandonan  a usted. - dije con furia
Quedó perplejo - por un instante creí que su ira caería sobre mí y retrocedí- pero su semblante se suavizo, sonrío con malicia y dijo:
- Tienes razón, hay que predicar con el ejemplo. Al fin y al cabo qué clase de Dios sería! Por esta vez lo dejaré pasar, pero te hago responsable de que por lo menos de vez en cuando, al admirar mi obra, se acuerden de mí.
Respire con satisfacción, aún su avanzada  edad mantenía su irascible carácter pero después de tantos años a su servicio parecía que empezaba a saber manejarle. Bien, ahora el problema era mío, a ver  que se me ocurría para estos ingratos mortales… ¿un eclipse, una lluvia de estrellas, redirigir un cometa? mmm… algo se me ocurriría para conmover la conciencia de esos escepticos corazones.

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