viernes, 20 de enero de 2012

Besos

Subo al bus para volver a casa. Va lleno. Esta semana no se qué pasa que parecemos sardinas enlatadas. Parece como si   la gente se hubiera multiplicado.

Se oyen risas y voces. Es un grupo de adolescentes. Nerviosos, excitados. No paran  de reír.

Consigo verles sentados al final de autobús. Me llama la atención un chico y una chica. Sonrío. Es evidente que saltan chispas entre ellos.

Me embarco en mis pensamientos, tambaleándome, deseando llegar a casa. De repente el silencio. Ya no se oyen los gritos de los niños. Miro, y se están besando. Han sucumbido.

Están inmersos en otro mundo de miradas y susurros. De besos silenciosos. Ya no son conscientes del tiempo ni el lugar. Solo son él y ella. Sonrío.

Algunas personas les miran mal.  La gente se olvida tan pronto de las vivencias. Todos hemos experimentado esa sensación de vértigo, de inconsciencia, de atracción que no puedes remediar. Esa sensación de nube, de ingravidez. En la que nada importa ni nada existe.

Por un momento vuelven a la realidad. Se dan cuenta de la situación e intentan comportarse. Dura poco. Son como dos imanes que se atraen. Nada pueden hacer contra las leyes de la naturaleza. 

Se susurran, se miran, se abrazan. Tienen necesidad el uno del otro. Cómo si de ello dependiera sus vidas. Sabemos que no es eterno, que el momento pasará. Pero esa sensación es tan electrizante, tan intensa. Que vale la pena vivirla. Aunque te miren mal las yayas del bus!

Llego a mi parada. Ellos siguen en su mundo y su momento.   Verles me ha hecho sonreír. Recordar vivencias y sensaciones   que a veces con los años olvidamos.

No son más que niños empezando a vivir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario