miércoles, 18 de diciembre de 2013

Treinta!




Hoy cruzo la frontera del temido y expectante tres.  Inauguro década! Y como toda inauguración crea emoción y expectación. La veintena ha sido intensa y emocionante. La trentena promete ser mejor!  Todavía muchos retos por delante e incertidumbres, pero echando la vista a tras recuerdo esa niñata  que creía saber lo que quería cuando no tenía ni idea!  Los años de universidad pasaron rápido y apareció el abismo de la incertidumbre, la inseguridad, el peso de la responsabilidad… y una no sabe al principio como compaginarlo todo. Sin embargo, poco a poco sin darme cuenta  me he hecho mayor (que no vieja), he  aprendido a encontrar el equilibrio entre la locura y la responsabilidad. Aprendes a compaginar el tiempo  entre todas las cosas y personas importante de tu vida.  Lo más difícil: aprender a querer; a  quererte a ti misma. A asumir tus miedos y limitaciones.  Una década en la que  he cambiado mis prioridades, me he contradicho, equivocado, aprendido, sufrido, reído, llorado….  Y así llego al límite de esta frontera y sin vacilación y con gran expectación piso firme  en mis treinta. Esta década promete!!   Orgullosa de ser, por fin, treintañera!   Solo he tardado diez años en reconciliarme conmigo misma y con el mundo.
Estoy lista para esta nueva aventura!  

Una amiga me decía que estuviera tranquila que esto de la década del tres es como el Club Super 3 pero para adultos.. así que a disfrutarlos!!  

miércoles, 27 de noviembre de 2013

A mí me gusta la Navidad!


Parece que se ha impuesto una moda-tendencia en que hemos de renegar de esta época de alegría e ilusión. Que si es una celebración sin sentido, que si se ha vuelto consumista, que si la familia es un coñazo… todo eso es cierto. No obstante, disfruto con la Navidad. Y no sólo de ella sino de su preparación. Cuando la ciudad se viste de luces, colores y adornos mi corazón empieza a pegar saltitos de alegría, mi ojitos brillan como una niña y simplemente estoy de buen humor. ¿Por qué? Porque yo quiero. Porque yo he decidido vivirlo así. Si perdemos nuestras tradiciones ¿que nos queda?. ¿Qué hay de malo si una vez al año hacemos el esfuerzo de ilusionarnos como niños, de intentar ser mejores personas, de vivir con ilusión, de disfrutar?.

No soporto cuando oigo a la gente decir que odia la Navidad, que le entristece esta época. Con la de luces y colores que te rodean y ¿tu corazón no es capaz de emocionarse?. No culpes a la publicidad ni al mundo de tu tedio. Tú decides si ves la botella medio llena o medio vacía. Si puedes creer en papa Noel y los reyes magos aún sabiendo la verdad, o prefieres convertirte en un Grinch.

La Navidad no es sólo regalos y anuncios del Corte Ingles. Es ser capaz de transformar las preocupaciones en una sonrisa. Es encontrar tiempo para compartir con familia, pareja, amigos… sin imposiciones. Es una época para reconciliarnos con nosotros mismos. La Navidad es esfuerzo.
 Es atreverse a ser feliz.

miércoles, 31 de julio de 2013

Despedida



Es mediodía y hay mucho bullicio, el ambiente es distendido y las conversaciones se entremezclan. Es un local grande, sin pretensiones, dónde a un precio razonable dan buena comida y un trato familiar. Las caras ya  son conocidas y al pasar los años se ha creado una relación extraña con el personal. Son esas relaciones inclasificables con personas ajenas a tu vida pero que de alguna forma compartes detalles y momentos.  ¿Qué tal tus hijos? Como va esto o aquello… Y poco a poco sin darte cuenta el intercambio de información es considerable y acabas teniéndole cierto cariño a esa camarera  a la que llamas por su nombre, y que  no solo te sirve la comida cada día con esmero, sino que con un guiño  y una sonrisa, te susurra que te ha guardado  un plato de tu postre favorito.

Hoy, no obstante, el ambiente esta enrarecido. Las conversaciones no son tan animadas como de costumbre, y  Aurora no sonríe. Echando un vistazo al menú se aprecia una coletilla al final que dice: “Gracias por todo y hasta siempre.” Y es que hoy es el último día que van abrir.  De repente te invade la melancolía, no acabas de  discernir si por sus caras tristes y su desazón, o por simple egoísmo al perder parte de tu rutina., o todo en conjunto. Sea como fuere, es una despedida, y todas las despedidas son tristes.  Así que hoy decimos adiós, cruzamos palabras de ánimo y esperanza deseándoles lo mejor. Dos besos, un abrazo,  y empujamos por última vez la puerta de cristal que nos separa, para siempre, de esas personas con las que hemos compartido pedacitos de nuestra vida durante tanto tiempo.

lunes, 8 de julio de 2013

Hoja de encargo...



Domingo. Para mí un día difícil. Los domingos cuestan. Cuesta mover cada musculo del cuerpo, y la apatía se apodera de mí. El calor sofocante no ayuda.  

Tumbada en el sofá, semi dormida, intentando en vano seguir el hilo de la película que la tv proyecta.

A través del cristal de la ventana se aprecia un sol abrasador, deslumbrante. Estamos en plena ola de calor. Por suerte aquí se está más fresco.. aún así la morriña del mediodía me vence. 

Pib pib. Anuncia mi móvil. Perezosamente lo cojo y veo en la pantalla una notificación conforme he recibido un whatsapp.  ¿Quién demonios tiene fuerzas para escribir a estas horas?  

Leo el mensaje. Me incorporo con un sobresalto, echando a la pobre gata asustada que dormía acurrucada en mis piernas. Lo releo de nuevo. No hay duda.

Así sin más. Sin notificación ni  emplazamiento. Sin traslado de copias. Sin  plazo para oponerse. Sin celebración de vista ni alegatos. Sin Apud Acta. Ni lectura de derechos, ni declaración. Solo la sentencia. El veredicto inaudita parte.  Sin opción a recurso ni protesto. Resolución Firme. 

Aunque algo aturdida, y con el pánico a punto de apoderarse de mí, acepto mi condena con resignación…. Y emoción!   Es un gran honor que  me encarguéis los alegatos para el que ha de ser uno de los días más felices de vuestra vida. Aunque  no es hecho controvertido el amor que os profesáis, prepararé la defensa con esmero. No temáis, el secreto profesional os salvaguarda.  

Por la gravedad de los delitos nos toca jurado popular, esperemos sea benevolente.







martes, 4 de junio de 2013

Nada


Hoy escribo sobre lo que no escribo. Sobre lo que callo, sobre lo que no digo. Hoy escribo sin escribir, sin decir nada.

Hoy reflejo mis silencios.  Palabras calladas. Lo que no revelo, lo que no  expreso.  

Cada letra enmudece, esconde, oculta.  Porque ahí,  escondidas en la nada se encuentra lo que realmente pienso, lo que siento.  

Maquilladas  dispongo las palabras, cautelosas sobre el fondo blanco. Alineadas y dispuestas a  aparentar. Transformar realidades cotidianas.

Facilidad de palabra: decir mucho sin decir nada.  Hablar, expresar, conmover e inventar con fantasmas.  Distorsionar para ocultar.

Y detrás de esas historias superficiales, bien escondida, me hallo. 



*Nada siempre es toda la verdad, nada significa nada. 

lunes, 6 de mayo de 2013

El lector errante



Hace un tiempo que  de vez en cuando tropiezo con él.  Parece ser que va dando vueltas por el barrio sin rumbo aparente.  Es un hombre singular.  Raro, diría yo. 

La primera impresión es de  un vagabundo aunque algo no acaba de encajar. Si te fijas  mejor te das cuenta que su ropa es correcta, pantalones de pana y chaqueta a cuadros, quizá un poco envejecida, pero el problema al conjunto es la pose. Va semicurvo, cabizbajo y arrastrando los pies. Pero hay más, lo que verdaderamente choca es que en su mano derecha lleva un libro. El cual va leyendo mientras deambula en su eterno paseo.No he sido capaz de averiguar si realmente ha conseguido una técnica para poder leer y andar simultáneamente, o si simplemente pasea a su querido amigo.  Y todo ello sin tropezarse, porque   jamás le he visto  levantar la cabeza de su libro. Como decía, es un hombre singular. 

Ahora, acostumbrada a él, ya no le temo, ni se apodera de mi esa repulsa que sufrimos las personas ante la visión de lo gretesco. Ahora, cuando tropiezo con él se me dibuja una media sonrisa. Se ha convertido en algo familiar aunque ajeno a la vez. Son de esas personas que acaban un poco convirtiéndose en decorados de nuestra vida.  Ese hombre, cuyo nombre y circunstancias desconozco, despierta en mi curiosidad. No es el típico personaje que entristece al verle, al revés, provoca una alegre melancolía porque de alguna forma es feliz. Simplemente, aunque no  lo podamos entender,  es un hombre que decidió vivir en otro mundo. Un mundo lleno de  paseos y lecturas. Un hombre que decidió ser:  un lector errante.