Intentando encontrar un documento en la selva de
archivos de mi ordenador, me he topado, por casualidad, con una carpeta
denominada varios, descubriendo en ella un sin fin de escritos de
toda clase, la mayoría bastante antiguos. Son los deberes de
literatura míos o de mis hermanos (solían pedirme “ayuda” para las
redacciones). En esa maraña de escritos, la mayoría a ojos de
hoy incomprensibles de aceptar, he encontrado algunos cuentos e historietas que
me ha hecho ilusión recuperar pues creía que se habían perdido. Y no es que su
nivel me parezca mejor que los otros, pero en su día supusieron un pequeño
reto, de esos que mi cabezonería no perdona. Al releer esos escritos, una
sensación melancólica de recuerdos y alegría me ha inundado, y por ello he
decidido sacarles el polvo y compartirlos.
Sed benevolentes, no dejan de ser
escritos de una adolescente.
Aquí va el primero. El ejercicio consistía en desarrollar
una historia a partir de las dos primeras frases que se daban.
-¿Comprende usted el
significado que tiene el firmamento?
- Sí, creo que lo comprendo. Pero sepa usted que
fui yo quien lo hizo -dijo llorando
- ¿Y la solución es destruirlo Señor?- dije con voz dubitativa .
- El firmamento tenía que arropar al hombre, darle algo en que pensar,
en que temer… pero ahora sólo lo
estudian, investigan, descubren cada día
más cosas sobre su composición , origen y transformación, pero se olvidan de sí
mismos, ya no temen nada y se olvidan de mí - dijo con pesar.
- Señor… piénselo mejor. Esa obra tan bella no puede eliminarse, seguro
que existe otra alternativa.
- NO!- dijo contundente- sólo la oscuridad encaminará de nuevo al
hombre, sólo arrebatando aquello que más les fascina, tomarán consciencia de lo
insignificantes que son - y se dirigió hacia
la sala de reestructuración.
- ¿Cómo puede
abandonarlos? Un castigo así no lo entenderán. El fin del mundo no es
necesario. ¿Acaso su amor ha menguado? ¿Su misericordia ha perdido fuerza? Les
abandona cómo ellos le abandonan a
usted. - dije con furia
Quedó perplejo - por un instante creí que su ira caería sobre mí y
retrocedí- pero su semblante se suavizo, sonrío con malicia y dijo:
- Tienes razón, hay que predicar con el ejemplo. Al fin y al cabo qué
clase de Dios sería! Por esta vez lo dejaré pasar, pero te hago responsable de
que por lo menos de vez en cuando, al admirar mi obra, se acuerden de mí.
Respire con satisfacción, aún su avanzada edad mantenía su irascible carácter pero después de tantos años a su servicio parecía que empezaba a saber
manejarle. Bien, ahora el problema era mío, a ver que se me ocurría para estos
ingratos mortales… ¿un eclipse, una lluvia de estrellas, redirigir un cometa?
mmm… algo se me ocurriría para conmover la conciencia de esos escepticos corazones.