viernes, 18 de noviembre de 2011

Desconcierto

Miro a los niños  y me desconcierto. Andan perdidos y errados. Todo vale, todo lo prueban, pero no saben nada y sufren. No me extraña!

Ellos, la mayoría buenazos que van de gallitos y   se meten  en líos  que pueden acabar corrompiéndoles y trastornando su vida. Ellas,  divas,  pedantes,   descaradas,  que se creen duras.

Que  tendrá que  ver la igualdad, la  independencia, la libertad sexual con  la feminidad y la caballerosidad. Parece que  hoy es incompatible. Miro al mundo, a los niños que suben, y me desconcierto.

Viven errantes, ignorantes de todo. Lo viven todo sin pensar.¿ Que les  estamos haciendo a nuestros niños que  les robamos la infancia?, y lo más preciado, la inocencia. Como podemos decir que  con diez  años son preadolescentes. Y   encontrar normal actitudes de veinte, en niños de quince. ¿Por qué hablamos de jovenés cuando son niños, y de niños cuando son jovenés?


Hay que enseñarles a sufrir para que sepan enfrentarse al dolor. Hay que enseñarles que sin esfuerzo no hay logros, ni recompensas. Hay que enseñarles que el sacrificio es mejor que la autocomplacencia. Hay  que enseñarles a vivir, y sacarlos de esa burbuja artificial que les hemos creado, que los ahoga y los condena a convertirlos en personas egoístas, inútiles y  presas  de sus emociones divergentes .

Paraguas

Hoy llueve a cantaros. Es de esos días grises y desapacibles, en el que darías lo que fuera para quedarte en casa. En cambio me encuentro en el autobús camino del despacho como cualquier otro día.

Al menos he podido sentarme, y después de limpiar un trozo de la ventana empañada , me  evado mirando a través de ella, las calles mojadas.

Veo caer la cortina de agua, y como rebotan las gotas en el suelo como si estuvieran saltando. Para ellas seguro es una fiesta.

La gente va de aquí para allá como puede, con zancadas rápidas en un intento vano de mojarse menos.

La ciudad se inunda de paraguas. Los hay grandes y pequeños.  Hay paraguas abuela, y paraguas escolares. Paraguas horteras, y paraguas ejecutivos. Paraguas transparentes y paraguas de colores.

Veo un hombre con paraguas de mujer, es vistoso, grande y extrañamente bello. También veo  mujeres con un paraguas de hombre, y una abuela con un paraguas de uniforme.

La mayoría de paraguas son útiles, pero no bonitos. Por suerte veo algunos elegidos con mimo y esmero, intentando destacar o amoldarse a su dueño. Hay paraguas por doquier de mil formas y maneras.  

Llegó a mi parada, y de vuelta a la realidad, me doy cuenta que al llover se crea un circo en que los paraguas bailan y las gotas saltan marcando el ritmo

sábado, 27 de agosto de 2011

Historias de Julia



Con su larga  melena castaña, su piel fina y blanca, su bañador negro,  detrás de unas grandes gafas de sol y con un mojito en la mano, allí en la tumbona de aquella lujosa piscina, parecía una estrella de cine.

- Julia, ¿ no te da vergüenza mirar con ese descaro a esos pobres padres indefensos?
 
- Marcos, querido, si ellos se pasean luciéndose y exhibiéndose, será por que quieren que les mire. No querrás que les decepcione.

Ante tal lógica, Marcos no pudo rebatirla.

- Bueno mi lady. ¿Te lo estas pasando bien? ¿Has encontrado tu remanso de paz y tranquilidad?

-Demasiada tranquilidad diría yo. Aquí aparte de pijas  peleándose por atraer  la  atención del pobre camarero, no hay nada que hacer. Llevo  tres días y me estoy deprimiendo.

- Julia, pero si estabas estresadísima. Me suplicaste que viniéramos, que necesitabas desconectar- dijo Marcos atónito.

- Lo se... pero me aburro.

-Julia, cómo puedes decir eso, si hemos salido a bailar todas las noches. Estoy exhausto de dormir tan poco.

Marcos, se preguntaba, como podía ser que esta menuda mujer, de aspecto tan frágil, siempre le volviera loco y lo peor, como conseguía arrastrarlo siempre a una pista de baile. Él que odiaba hacer el ridículo.
 

Hacía horas que Julia se había ido, suponía que acostarse un rato, pero no era normal en ella dormir tanto. Empezaba a preocuparse cuando la vio aparecer.

-Julia qué has hecho!

-¿Te gusta?- dijo alegre como una niña

Se había cortado su larga melena, se había teñido de rubio y puesto las puntas rosadas, parecía  una  jovencita, y aunque ese  look era indescifrable, a ella le quedaba perfecto.

- Marcos, nos vamos.

Él la miro sin entender nada. Ella le enseño unos billetes de avión.

- A Ibiza, Marcos!

Diez años. Un Suspiro.

Te levantas un día, y te preguntas  dónde has estado estos últimos diez años. Han pasado tan deprisa....  Los recuerdos parecen un  vago sueño.
Apenas fue antes de ayer, que unas crías que no temían nada  se comían el mundo, el cole, las amigas, la sele...  Y  hoy la universidad parece tan lejana... la biblio, los erasmus, las timbas, las fiestas...  El trabajo empieza hacerse monótono y  te encuentras decorando tu propio piso... Aún recuerdo aquello de: yo tendré mi gato, mi coche y  mi casa!!  Pues bien, ya lo tengo. Incluso un marido que me parecía impensable! 

Las fiestas, el alcohol, los chicos, las risas, la insensatez. Estábamos locas! Me miro a mi misma y  no reconozco aquella chiquilla. Me parece increíble que dijera aquello o hiciera lo otro. Que "sinvergüenzas" que éramos! La miro con cariño y nostalgia  pero no la envidio.

El tiempo ha pasado  tan rápido que asusta.  Hoy el espejo da un reflejo muy distinto. No es tan delgada como quisiera,  ya hay cremitas en su estante, y tiene una lista interminable de defectos.  Es más serena, más sensata, más tranquila.... o eso se espera de ella. La verdad es  que esa niña alocada sigue ahí, a veces se vislumbra levemente . Peleona, indomable, egoísta,  alocada y de genio fuerte. Sigue ahí batallando. Supongo que un día encontraran la forma de convivir.  No se puede ser niña siempre pero  no hay que hacerse vieja pronto.

 De aquí a diez años, cuando me levante un día como hoy con nostalgia y me mire,  espero poder recordarme exactamente igual. Una niña alocada que quería comerse el mundo, pero que aún le quedaba mucho camino. Y que igual que hoy siga sin darme envidia porque la experiencia es un bien preciado y  el futuro siempre es esperanzador. 


viernes, 5 de agosto de 2011

Incongruencias

Allí en el cruce infernal de diagonal con Roger de Lluria, dónde las calles se vuelven  caminos  tortuosos y  peligrosos ,   los coches se convierten en  diablos. Observo , como un aturdido y probablemente perdido coche extranjero frena con el semáforo a punto de ponerse en rojo. Acto seguido , enloquecidos , el resto de vehículo lo pitan embravecidos, en un ensordecedor gruñido aterrador.  El pobre  tras uno segundos de confusión arranca, encontrándose en mitad de la calzad con los vehículos que giran de la otra calle. Y allí, de forma improvisada, se alza una batalla digna de grandes guerras. Armados de sonoros cláxones y soeces palabras de una agresividad que matan.   Dejan al pobre giri aturdido, herido y sin posibilidad alguna de componerse de semejante ataque, huyendo como  puede de tan salvaje jauría.

Quizás venia con la idea que aquí vivimos con calma, que  paramos a  media mañana ha tomar el dúo cedimos café, que descansamos dos horas para comer, que nos echamos la siesta, que la puntualidad no es una virtud, y que entre vermúes, tapas , meriendas y copas perdemos la mayoría de las horas del día. Pero ha aprendido de forma amarga que no tenemos tiempo que  perder ,sobretodo si es conduciendo, y  que  esperar un minuto  marca la diferencia, que esperar al semáforo en  verde puede tener consecuencias gravísimas en nuestra vidas y nuestro que hacer.

domingo, 24 de julio de 2011

Que difícil...

Que difícil añorar.  Que difícil la soledad. Que difícil la distancia. Que dificil no gritar. Que difícil esperar. Que difícil entender pero no compartir. Que difícil saber. Que dificil callar. Que difícil  no dudar. Que difícil querer  abrazar y no poder.  que dificil exigir. Que dificil dar. Que difícil hacerte entender. Que difícil no preguntar. Que difícil hablar. Que difícil amoldarse.  Que dificil  romper muros. Que dificil unir caminos.  Que dificil saber cuando me necesitas. Que dificil cuando no me necesites.  Que dificil no compartir. Que dificil ser leal. Que dificil estar. Que dificil no estar. Que dificil comprender. Que dificil  crecer. Que dificil es querer.  Que dificil es demostrarlo.


La dificultad hace bella la amistad. La dificultad hace fuerte las convicciones. La dificultad  nos enseña amar.

Puzzle


Todos tenemos nuestro puzzle que construimos poco a poco desde que nacemos. Hay muchas piezas y desconocemos su  dibujo final. Es la gracia que tiene. Aunque  a veces la incertidumbre es difícil de sopesar, vamos juntando piezas poquito a poco. A veces no encajan aunque nos empeñemos, otras hay que deshacer lo hecho por que no llevan  a ninguna parte.  Hay piezas que ayer encajaban que mañana no lo harán. Descubriremos piezas que ni sabíamos que teníamos, otras que  aunque parezca que se separan, acabaran uniéndose con más firmeza. Algunas las perderemos y otras nos acompañaran siempre.

Son  miles de piezas y opciones, tantas que marean. Pero hay tiempo! No hay que desesperar, ni tener temor. Vive, decide, construye.  Piensa que si nos equivocamos siempre podemos volver a empezar. Así acabaremos creando  nuestro puzzle. Cada  uno es único y solo nosotros decidimos su forma, tamaño, y dibujo. 

viernes, 24 de junio de 2011

Historias de Julia

Allí sentada en la barra,  con la mirada fija en su vaso medio vacío, como si en él esperara encontrar una respuesta, se  encontraba esa mujer de aspecto cansado, excesivamente delgada , con una melena larga y negra, un vestido  demasiado ceñido para su edad y con un amplio escote que vislumbraba un pequeño tatuaje de un delfín.

Él se acercó, estaba seguro que  era ella. Esa figura no era fácil de olvidar. Y cuando ella le miró de soslayo y le sonrío tristemente.. lo supo. Sí, era ella,  había tenido ocasión de conocerla en un simposium hacía años y luego habían coincido bastantes veces. Aunque la última vez que la había visto llevaba  el pelo rubio e irradiaba energía, y vitalidad  contagiosas. Aún no sabe cómo les había arrastrado a él y el resto de conferenciantes a un baile  donde pasaron la  noche entre risas y copas.
- Julia me ha costado reconocerte, haces mala cara y ese cambio de color...
- No te gusta?- preguntó ella  con desdén
- Sí ,te queda muy bien, como siempre, creo que ya has pasado por toda la gama cromática. Pero dime que te ocurre, nunca te había visto tan apagada.
-oh, Marcos! Es que llevo toda la semana sin dormir! Perdieron la bolsa con mi almohada en el aeropuerto. Una desgracia! - dijo con gran desesperación como si la vida le fuera en ello.
- jajajajaja!! tú y tu almohada!! Me habías asustado pensé  que era  algo grave!

Ella clavo los ojos con gran furia en él hasta hacerle estremecer.

-¿Como puedes vanalizar algo de vital importancia? Si no descanso no puedo hacer bien mi trabajo. ¿Como voy a convencer a todos esos políticos inútiles ?  No podemos demorar más el traslado, los animales están enfermando!
- Por eso mismo he venido- dije mirándola fijamente y esbozando una amplia sonrisa. - Acaba de llegar tu maleta.

Antes de darme cuenta, ella ya había desaparecido escaleras arriba dirigiéndose a recepción, en busca de su más preciado tesoro. Su almohada!

Al día siguiente, en la conferencia, estaba radiante. Su extrema delgadez se desvanecía ante la fuerza y vitalidad que emanaba. Habló con contundencia, sin posibilidad de replica.  Consiguió su propósito, los terrenos serían cedidos y en un par de meses empezarían las  obras.

Una vez finalizadas las actividades protocolarias y disponiendo por fin de su tiempo libre, tenía claro lo que debía hacer. Pedir hora a su peluquero, ya no había motivo para ir de negro!!

-Julia,¿ otro cambio de color?- dijo su peluquero por el auricular del teléfono- ¿que va a ser esta vez rojo? - dijo irónicamente.
- Rojo, es perfecto! Ese es el que necesito!  Hasta el martes entonces- dijo y colgó el teléfono con una gran sonrisa.

La gente de recepción la miraba con curiosidad, ¿ quién era  esa mujer de extremada delgadez, subida a altos  tacones ,con una maleta en una mano y una almohada en la otra?

lunes, 13 de junio de 2011

Musas

Suena el despertador. Son las 8h de la mañana de un lunes. Cuesta despegarse de las sabanas. Cojo fuerzas y consigo sentarme en el borde de la cama , mientras mi cuerpo me castiga por los excesos del fin de semana. Una noche loca de despedida de solteros, con demasiado alcohol, baile, y desmadre en general. Finalmente me levanto, no por un acto de fuerza de voluntad, sino por los estridentes maullidos de la gata. Se que no se rendirá hasta que le ponga su desayuno.

Hoy no me acompañan los habituales trajineos de los vecinos que se intuyen des de la ventana de la cocina o el baño. No hay secadores de pelo, ni cafeteras en marcha. Ni prisas, ni portazos huyendo por el vestíbulo.

Salgo de casa hacia la parada del bus. Esta desértica. No hay coches, ni gente. Y ahí sola en la parada  ante la solitaria ciudad, me empieza a invadir un extraño déjà vu  a película de miedo. Llega el bus,  por suerte no lo conduce ningún zombi, sino mi busero habitual que extrañado me da mis buenos días.

Llego al despacho, la puerta de abajo esta cerrada. Hoy el conserje no esta.  Con las luces apagadas el vestíbulo  me parece más grande, más viejo, más tétrico. Subo en el ascensor. No hay nadie . Todo esta silencioso, solo  el ruido del viejo ascensor que  retumba aun más que de costumbre. Tercera planta. Hoy la placa iluminada no me da la bienvenida. Abro la gran puerta, la fuente de la entrada apagada  parece un fantasma acechando. Esta todo tan vacío, silencioso, oscuro, sin llamadas, ni ajetreos... todo parece en un sueño latente. No parece el mismo. El ambiente familiar y cotidiano se ha desvanecido. Son los mismos muebles, las mismas cosas, pero  distintas.

Me voy a mi despacho. Intento no pensar, enciendo el ordenador, dispongo mis cosas y cojo ese expediente intencionadamente olvidado. Lo abro y voy ojeando su interior. Poco a poco me va absorbiendo y sin darme cuenta aquella pesadilla de demanda odiosa que estado evitando este último mes, aparece escrita en la pantalla de mi ordenador como por arte de magia. Miro el reloj ya es casi mediodía! Atónita,  último detalles y preparo los documentos para que mañana la procu pueda venir a buscarlo. Repaso unas cosillas y me  voy a casa, hoy es festivo y tampoco hay que abusar.

Cierro la gran puerta, bajo en el tortuoso ascensor, y salgo a la soleada  calle dejando atrás ese  oscuro y gran vestíbulo, y esos silenciosos fantasmas que hoy han decidido inspirarme. Agradecidos sin duda por  algo de compañía. Mañana ya no estarán, todo volveré a su frenético  ritmo cotidiano, y yo añoraré esas musas del silencio.  

jueves, 5 de mayo de 2011

Absurdidades

Otra vez en mi oasis de la Ciudad de la Justicia.
Hoy como tengo tiempo, decido sentarme en una de las mesas y desayunar tranquilamente, en vez del habitual cortado rápido en la barra.
Mientras espero, voy contemplando a los distintos especímenes que se encuentran allí. La mayoría hombres y mujeres trajeados como es habitual, y algún que otro funcionario.  No obstante, hay algo extraño en el ambiente que no acabo de discernir.
 Me fijo en una mesa al fondo con cuatro mujeres, bien vestidas y muy “puestas”, que no paran de hablar animadamente de asuntos parece ser domésticos y triviales. Si la imagen fuera en cualquier otro lugar la escena sería soez y   típica de un sketch de marujas.  Pero aquí parecen uno de los murales de Jordi Labanda.
Rápidamente, mi atención se desvía a la gran mesa redonda que preside la estancia. Hay sentados unos hombres  extranjeros, parecen un grupo de científicos intelectuales, aunque supongo que hablan de negocios.  Pero hay algo más, hay algo en ese grupo que  me desconcierta y atrae especialmente. Por fin lo veo. Lo que tanto me extraña es que todos ellos están tomando  té.
La imagen es de lo más surrealista: un grupo de treintañeros trajeados, con su peinado perfecto, sus gafas de pasta, hablando de negocios alrededor de una mesa bebiendo  té.
Después de la primera impresión, y por mucho que lo intento, no puedo evitar contemplarles y seguir sus ceremoniales movimientos. Entonces me doy cuenta de algo más. Cada uno  tiene una tetera individual muy zen, que no  acompaña  una delicada taza como sería de esperar,  sino  a un gran vaso de cristal como los que se suelen usar para tomar refrescos. Puede parecer descabellado, extraño y de mal gusto, pero aquí en este oasis de absurdidades le da un toque único, inusual e innovador.
Acabo mi desayuno, y mientras espero en la barra para pagar, me percato que esta mañana la mayoría de los hombres, trajeados  y con maletín,  están bebiendo té.  Aún atónita empujo la puerta de cristal para salir a la calle, y unas grandes risas de las mujeres labanda me despiden. Una extraña sensación me acompaña toda la mañana.

sábado, 16 de abril de 2011

CRECER

Ayer me dijeron que estaba distinta, para bien matizaron, que había cambiado sin saber explicar cómo.

Y es que al pasar los años y sin darnos cuenta poco a poco vamos creciendo. Y no es que la ropa se nos quede pequeña, o consigamos robar unos centímetros, no, es el alma,  nuestro espíritu y conciencia lo que crece. Crecemos como personas que evolucionan , que aprenden, que maduran.

Y es que llega un punto que te das cuenta que hay batallas que no valen la pena, y la ira hacía el mundo desaparece, y aprendes que por mucho que corras las obligaciones siempre te alcanzan, y que la vida se vive enfrentándote a ella, mejor con alegría , racionalidad y paciencia, que intentando huir constantemente.

Y aunque el trabajo te absorba y llegues tarde y cansada te sientes realizada y por tanto feliz, y discutir cada vez te parece un ejercicio más inútil, y  los detalles por pequeños que sean son los que valoras como grandes tesoros. Y que una sonrisa, un beso o una mirada son suficientes para cambiar tu dia. Y la responsabilidad ahora es un bien. Y tus valores y prioridades son mas claros. Y sabes que  solo tras el esfuerzo hay satisfacción.

Y es que a estas alturas ya nos conocemos bien, como para seguir jugando al gato y al ratón con uno mismo. 

sábado, 12 de marzo de 2011

SONRISA

Viernes tarde de carnaval. Después de una ajetreada semana y aún el cansancio, he quedado para hacer un café  en el centro. Espero al autobús, mientras mi cerebro va dando vueltas a miles de cosas y repasando ya , la agenda de la próxima semana.  Llega el bus, distraída me subo y me encuentro al conductor con una larga peluca roja y una nariz de payaso. Se me escapa una sonrisa. 

Allí sentada en el bus camino al centro, me doy cuenta que en cada parada al subir los pasajeros, sonríen al ver al conductor. Todos cambian su actitud , se relajan. Esas caras grises por un instante se iluminan,  por un instante dejan de  sentirse engullidos por el  ritmo frenetico de la ciudad. Son sonrisas francas, puras, instintivas , esa clase de sonrisa que puede cambiarte el día.  La felicidad instantanea.

Con otro humor llego al centro y con esa alegría inesperada me reúno con mis amigos para pasar la tarde. El cansancio parece haberse esfumado.

viernes, 4 de marzo de 2011

INDIFERENCIA



19.30h Salgo del despacho. Sigue lloviendo y hace frío.  Después de una breve espera viene el autobús. Subo. Va a reventar. Los días de lluvia siempre pasa igual. Casi no se puede respirar y las ventanas están empañadas, cosa que no ayuda. Intento desesperadamente no agitarme, no pensar que estoy allí embutida, y que no me entre el pánico claustrofóbico.  Son pocas paradas me voy diciendo, aunque hoy parece que el bus no avance, hay muchísimo tráfico. La lluvia lo colapsa todo.  Por fin consigo un asiento milagroso. Al llegar a una de las paradas una mujer exclama: Me han robado la cartera!!! Me han abierto el bolso y me han robado la cartera!!!
Ha sido ese chico exclama otro pasajero!
No abra las puertas!! -  gritan unos cuantos.
Pero es tarde las puertas se abren y un chico aparentemente tranquilo se aleja del autobús con calma. Nadie hace nada. Todos miramos atónitos. Comprobamos que tenemos nuestros monederos. Y coincidimos con signos de rechazo lo mal que esta el mundo. Algunos comentan sobre el chico: ha hecho un gesto sospechoso y andaba nervioso por salir. Pero nadie ha hecho nada. Y el autobús arranca de nuevo.
El bus va  abarrotado de gente, con una decena de hombres por lo menos, y no  se ha hecho nada. Siento una inmensa vergüenza.
¿Qué puedo hacer yo siendo chica ante un hombre? Y encima hoy llevo tacones, intento disculparme patéticamente a mí misma.  Pero la vergüenza no puede ocultarse.
Siguen los comentarios y los gestos de desaprobación. La indignación se apodera de mí.  Éramos muchos, y el chico ha salido tranquilo, se le podría haber acorralado y llamar a la policía. Pero nadie ha hecho nada. Un día  moriremos de indiferencia . 

viernes, 25 de febrero de 2011

EXCIBICIONISMO


Hoy en el bus me he dado cuenta que hay gran cantidad de gente que aprovecha estos breves trayectos para leer. Cosa que me parece muy bien. (todo lo que sea enriquecimiento de la mente bienvenido sea) Pero no acabo de entender  como pueden ser capaces de evadirse y sumergirse en el mundo fascinante de la novela con tanto traqueteo y alboroto. (Por no mencionar como consiguen no marearse).
Y es que esta mañana, viendo el panorama d mi autobús, he llegado a la amarga conclusión, que está surgiendo una nueva clase de lectura: La lectura exhibicionista.   No se trata tanto de una voluntad real  de culturización y enriquecimiento, sino de dar una apariencia. Está de moda no ser un cateto.  (Hay los seguidores de Belén Esteban, pero el resto de la población intenta desesperadamente desbancarse de ella), y es lógico que  usen los  libros como medio.
Las estadísticas señalan que se lee muy poco. Y no hay que irse muy lejos para darse cuenta que el nivel cultural, idiomático y educativo de este nuestro país brilla por su ausencia. Lo que no cuadra con tanto libro en cafeterías, autobuses, metros, y allí donde poses la mirada. (Esta mañana había por lo menos seis  personas leyendo en mi autobús.)
Me he dado cuenta  que la mayoría no usa libros de bolsillo. Y no solo eso, sino que además los libros a exhibir deben ser consistentes,  nada inferior a mil páginas. Y a poder ser un  bestseller, aunque sea infumable!
Y así encontramos a una mujer de pie en el bus agarrando en una mano una edición de los Pilares de la Tierra  (con tapas duras y buena encuadernación) mientras con la otra se agarra a la barra y a duras penas consigue aguantar el equilibrio.
Sinceramente no soy capaz de entenderlo.  A mí no se me ocurriría sacar mis apreciados libros de casa, mucho menos las ediciones con buena encuadernación, primero porque pueden estropearse o  perderse, segundo por la incomodidad de cargar con él todo el día, y tercero y fundamentalmente por qué para leer necesito mi momento de paz y relax. Yo  cuando cojo un libro quiero saborearlo, evadirme de la realidad, sumergirme por completo en sus historia, y intentando aguantar el equilibrio y con interrupciones constantes no creo que sea posible.
Así que  la conclusión lógica a la que puedo llegar es de que, como decía al principio, se trata de una lectura de exhibicionismo. Una lectura como declaración de principios: no soy un cateto pertenezco a esa minoría que lee!! Y lo hago en público para que quede  constancia de ello!
Un mundo aparte son los que se pasean con sus ebook. Pero  con estos ya me meteré otro día pues dan para mucha tinta!

jueves, 17 de febrero de 2011

TORTURA

9h de la mañana. Hoy me cuesta especialmente arrancar. Hace frío,  el  cielo esta oscuro y empieza a llover.  Subo al autobús y consigo un asiento.  Adormilada, quiero que el trayecto no finalice, no tengo fuerzas para los archivos que me esperan encima la mesa.
En mi mundo, sin pensamientos conscientes,  en ese estado casi comatoso  de cuando nos evadimos, me doy cuenta que un punzante dolor de cabeza asoma. Lo que me faltaba!  Voy despertando, reaccionando al mundo. Y una voz estridente y horrible va subiendo su volumen.
Primero no acabo de entender de donde proviene, ni que dice; me cuesta, pero finalmente identifico esa voz. ¿Es el chinchan?  Miro desconcertada al resto de durmientes del bus. Parece que a más de uno le esta taladrando esa chillona voz. 
Miro y por fin veo de donde proviene.  Hay una señora mayor con su nieta, de unos cuatro o cinco años, que sostiene  un móvil o similar  al que la niña no saca ojo, y que evidentemente es el causante de esta desazón matinal.
Una oleada de ira recorre como relámpago todo mi cuerpo. Pero antes de  dejarme llevar y soltar una de esas locuaces lindeces de las que soy capaz . Me retengo. El mundo por desgracia protege a esos monstruitos llamados niños.  Y seguro que aunque tenga razón, miradas inquisitivas e incluso algún comentario despectivo acabarían recayendo sobre mis protestas.
Así que calladamente regaño  esa anciana que da sobredosis de televisión a su nieta (para que este calladita y no moleste). Señora como si los niños no estuvieran suficientemente atontados!! Por no decir qué clase de ejemplo está dando a una criatura que ya a tierna a edad ha entendido que es reina y señora de la voluntad de los adultos que le rodean.  ¿Que su  querido monstruito molesta?  Que ocurrencias!!
En fin, que parece ser que hoy en día  es más normal que una veintena de adultos lleguen a sus respectivos trabajos con un dolor de cabeza insoportable, de mala gaita, y con el día ya torcido. A que una niña de  cuatro años, por imperativo, se esté quietecita , sentadita y calladita.
Propongo señores académicos que empiecen a plantearse de eliminar, ahora que están de reformas ortográficas, la palabra obediencia y respeto del diccionario. Pronto no habrá quién entienda, ni use, ni sepa de su significado.

martes, 15 de febrero de 2011

Oasis

9.10h de la mañana de un lunes. Adormilada en la barra de un bar de exquisito gusto. Sofas de piel y alfombras acompañan a una acogedora decoración y a sus amables y educacisimos trabajadores.

Un cortado corto, porfavor!- pido

Y una amplia sonrisa como respuesta.Como si para aquel elegante camarero no fuera lunes.A mi alrededor hombres y mujeres trajeados con sus maletines.Algunos repasan sus expedientes, otros hablan por telefono y otros como yo, sólo hacen tiempo para entrar a Sala.

Fuera, el mundo. Los clientes sobretodo. Nadie lo dice, ni nada lo indica, pero aquella gran puerta de cristal separa dos mundos. Nadie sin traje , ni maletín parece atreverse a profanar   este pequeño santuario de elegancia y confort  situado en el corazón de la ciudad de la justicia. 

Las 9.30h    pido la cuenta y me regalan otra amable sonrisa. Y un: Tenga un buen dia tan afable que reconforta.

Toca salir. Mezclarse con ese mundo ruidoso y soez…Mientras seguirá   ese pequeño oasis absurdo de maletines y trajes   acogiendo y reconfortando a esta especie tan especial que somos los abogados.

Regalos

No sé si os ha pasado alguna vez que vais a compraros algo y la dependienta da por supuesto que es un regalo, y con una expectación a la que no cabe oposición te pregunta: ¿Para regalo? o  ¿Se lo envuelvo?  Y ante tal rotundidad solo cabe responder: Sí, gracias!

Y  ves a la pobre dependienta esmerándose para envolver aquel  falso regalo. Y tu cada vez te sientes peor, y le dices: no importa así ya está bien; cuando ella se apura por no encontrar un papel mas bonito, o unas cintas de colores, o una bolsa más llamativa.

Total que después de estar unos diez minutos contemplando aquel espectáculo de manualidad y color te vas con tu compra empaquetada en un vistoso papel y una preciosa bolsa, acompañado de una gran sonrisa de satisfacción de la vendedora.

Y tú, no puedes por menos que  sentirte la persona más ruin, por el esfuerzo inútil de aquella  pobre vendedora, y por tu cobardía al no ser capaz de aclarar aquella farsa.

Ahora, si mañana vas a comprar un regalo para alguien especial seguro que no encontrarás a  tan esmerada dependienta; y solicitarás que te envuelvan el paquete con pudor y miedo como si de los peores agravios se tratará, ante la mirada claramente de fastidio que recibirás por respuesta, y  no habrá  papel colorido, ni cintas, ni bolsas, ni habrá obras de arte  que lucir.

El pasajero ausente

Hoy  al  subir al bus, extrañamente hay varios sitios. Decido sentarme atras del todo y en el lado del pasillo, bajo pronto y es más fàcil. Nadie se sienta  a mi lado cosa que agradezco.

Seguimos la marcha y van subiendo distintos pasajeros adormilados en cada parada. Empieza a llenarse el bus e incluso va gente de pie. Pero el sitio de mi lado sigue vacío.

Cada vez hay mas gente incluso una chica llega hasta mi lado, el fondo del autobus, y me preparo para dejarle sentarse. Pero ella como si el sitio vacío no existiera se queda de pie.

La miro, mis ojos le preguntan : Tienes un sitio vacío ,son las 9 de la mañana, el bus esta abarrotado, ¿de verdad no quieres sentarte? Pero ella me mira indiferente.

Empiezo a preguntarme si mis ojos me fallan. Vuelvo la cabeza a mi lado y veo  a través de la ventana. No no hay nadie, sigue vacío. Pero parece que nadie más lo ve...o serà que si hay alguién.. quizà esta sentado el pasajero ausente.

Uniforme

Hoy me descubro a mi misma sonriendo al ver desde la ventana del autobús un uniforme escolar. Y es que no es un uniforme cualquiera, es aquél que durante tantísimos años odie.
Y los recuerdos, solo los buenos, se desbordan y siento una punzada de añoranza y de orgullo; de identificación.

Será porque el uniforme destaca entre tanto hombre y mujer trajeado.
Será porque es hora escolar y sorprende encontrarlo
O será simplemente que me hago mayor.